DESAPRENDER PARA APRENDER

 

Creemos que el mundo “es real” y lo vivimos a través del que consideramos virtual.

Se estima que 71.5 millones de mexicanos están conectados a Internet, y que en promedio pasan 7 horas 14 minutos conectados al día.(1)

En promedio una persona llega a revisar su celular alrededor de 150 veces al día para ver qué ocurre en sus redes sociales y correo electrónico. (2)

No queremos enfretarnos al mundo, solo queremos distracción.

No nos damos cuenta de cómo el discurso del mundo y el “mainstream” permea en nosotros para decirnos cómo debemos pensar, sentir, “vivir”, e incluso define quienes somos.

Hoy casi todo lo que “aprendemos” requiere cero esfuerzo, se opta por textos y videos que en pocos minutos nos hacen sentir facultados para discutir sobre cualquier tema, pero en realidad sabemos poco de mucho y mucho de poco.

Creemos “real” todo lo que se nos dice, y hemos renunciado a nuestra facultad para relacionar, cruzar y cuestionar la información.

Creemos en aprender en el sentido de acumular datos y competencias en el mundo, pero olvidamos que no somos un cuerpo sino que vivimos esta experiencia “de vida” a través de él.

Y así desconectados, separados de nosotros mismos y de la sustancia de la que todos somos uno, no podemos otra cosa que aceptar y recrear continuamente separación.

Nos sentimos rebasados, débiles, insignificantes y frágiles. Gastamos nuestra energía en atacar y defender ideas que confirman nuestras creencias, y al enfrentarnos unos con otros por argumentos contrarios, mientras más justificamos nuestras ideas, más nos aprisionan.

Llevamos la verdad a la ilusión, y la realidad a la fantasía, pasando de estar despiertos a estar dormidos.

No sabes quien es tu hermano porque tienes un montón de juicios sobre él, que en realidad hablan mas de lo que crees de ti mismo.

Pero la luz se encuentra en el interior, y aunque la oscuridad puede envolverla, no puede extinguirla.

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