El Mensaje de la Navidad

Jorge Miguel Ramírez Pérez

¡Hoy es Nochebuena y mañana Navidad! se festeja la mejor fecha del año. En la noche se cena y al día siguiente o al despuntar las doce, se abren los regalos, se brinda y se busca pasarla bien entre familiares y amigos cercanos. Unos cantan la posada de los peregrinos de hace 2018 años; los más, recuerdan para bien o para mal anécdotas de esta fecha de otras ocasiones. Pero pocos, muy pocos, recuerdan el significado del nacimiento de Cristo, la natividad de Jesús de Nazaret de la familia del rey David.

Las Escrituras no mencionan la fecha exacta del acontecimiento que partió la historia del mundo en A.C. “antes de Cristo” y D.C. “después de Cristo”. El hecho es que partir de Cristo, se homologó la historia que era hasta ese entonces dispersa y contradictoria; y en sus fechas, inconexa entre un pueblo y otro.

El Cristianismo le dio coherencia al trayecto de la humanidad. La unificó, tanto para edificar lo que hoy entendemos como la cosmovisión occidental; como para los que se aferraron en contrariar sus valores, obstinados en las viejas tradiciones paganas, y en las interpretaciones sectarias posteriores, las del enfoque violento del islam; para quienes la retribución de la venganza es un artículo de fe.

Con la llegada de Cristo el hombre conoce la regla de oro: “todo lo que quieran que los demás hagan con ustedes, así hagan ustedes con ellos”; las mujeres adquieren un nuevo papel. Un trato centrado en el amor y la misericordia, no discriminatorio: “ni yo te condeno”, le dijo a la mujer sorprendida por quienes la acusaban, “vete y no peques mas”. A los niños, Cristo los define como la parte preciada de la humanidad, a quienes hace partícipes sin cortapisas, del Reino de los Cielos. Jamás apéndices de la misma o sujetos indefensos para los sacrificios.

Cristo sí generó la transformación del hombre hundido en el paganismo, que fue y es todavía, una verdadera desgracia de los pueblos originales.

El drama del hombre errabundo sin rumbo que palpó elocuentemente Fellini en Satiricón o Nicolás Echeverría en otro film memorable, “Cabeza de Vaca” donde el dominio del chamanismo, es el método de poder para aniquilar la cordura del hombre. Son ejemplos imaginarios pero evocativos, de un mundo sin Dios, sin paz y sin rumbo.

Esas condiciones de esclavitud espiritual que desprendían esclavitudes de los demás órdenes en los que el hombre no encontraba salida, sucumbieron ante lo que hizo Cristo en la cruz y se abrió “Una puerta que nadie puede cerrar”.

El mensaje de la Navidad es lo mejor que hemos sabido para la humanidad , “las buenas noticias” que se referían los ángeles, son eso, que Dios encarnó en ese Niño de Belén, para hacer en sí mismo justicia. Puso Jesús en plenitud de Dios y en plenitud de hombre, su vida como pago del pecado que nos hacía irreconciliables con Él.

Con Cristo se inició una nueva relación de la humanidad con Dios, pero lo más importante es que se crea una relación en la que el hombre pecador que cree en esa tan grande salvación, es tratado como justo para siempre, por el pago que Cristo hizo en la cruz.

¡Hoy es Nochebuena y mañana navidad!