Elección 2018, De hombres y varones

Gilberto Celis

Por Gilberto Celis

Sin duda, Meade se hunde con el barco del PRI por sobrecarga de traidores a su ser y fidelidad a lo que aspira. En el proceso, las apariencias no logran evitar sean la cola del escorpión que hiere su propio lomo; y, en ese agónico embrollo de mal querencia, uno del común recuerda de don Luis Bojórquez, y dicho por el Constituyente Juan de Dios Bojórquez, de otros tiempos ‘cuando los políticos eran ante todo hombres, en el más al alto concepto de la palabra.

En aquel 1 de septiembre de 1928, el Presidente Plutarco Elías Calles fue al antiguo Palacio del Factor, Donceles y Allende de la Ciudad de México, DF, a rendir su cuarto y último informe ante el Congreso.

— En ese tiempo, la circunstancia era que hacía poco Álvaro Obregón había sido asesinado y por tanto el documento equivalía a un testamento político.
— Era transmitido por radio a todo el país.

Cuando menos se esperaba, por el pasillo central del Salón de sesiones, apareció un hombre barbado, vestido de negro, que al detenerse alzó el brazo y con el índice apuntó al Presidente Calles, gritándole: “Farsante”

— Era Aurelio Manrique, el potosino obregonista hasta el tuétano y un hombre extraordinario cuya máxima hazaña fue su vida misma.
— Nació para luchar y nunca tuvo punto de reposo.

PLUTARCO ELIAS CALLES-AURELIO MANRIQUE

Dicen que Calles lo miró y continuó su lectura sin inmutarse; pero Manrique repitió hasta tres veces el epíteto y se retiró sin que nadie lo molestara.

Don Aurelio Manrique, Profesor de Primaria, extraordinario orador y su palabra demoledora, días después, en violento discurso tensa y confronta a Calles. Alguno de los ayudantes de Calles le dijo: Ya me cansó este barbón. Hay que encarcelarlo y darle aguas.

El General molesto por la imprudencia del cortesano en turno, contestó enseguida: No debe permitirse una tarugada así. Déjenlo que hable todo lo que quiera, Tiene derecho “es un hombre”.

Así comprobamos una vez más que para que surjan los varones ilustres es menester que haya los ingredientes del caso y si valiente era Manrique, Calles no lo era menos; quizá por ello sus nombres los ha recogido la historia para ejemplo de las nuevas generaciones.

— Qué diferencia de aquellos hombres a los de hoy día.
— Más que políticos recuerdan al coro de las tragedias griegas que con tanto éxito interpretó la eximia Ofelia Guilmain.
— La hombría de bien está fuera de ellos y de su programa para los del común, condenados a la miseria por la riqueza que producen.

— Por eso le digo.

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