Por Gilberto Celis

Con todo y el estriptis de los presidenciables y el buen talón meretriz de los aspirantes a legisladores y presidentes municipales, en un clientelismo que rebasa a la Celestina, y a fin de cambiar todo para que el sistema económico neoliberal continúe igual en su sexenio 7, los del común encontramos que en el viacrucis de casa, comida y sustento, si antes se abría un hoyo para tapar otro, ahora se abren 4 y el préstamo y el empeño nada cubren ya.

— El quid está en que las generaciones se han desarrollado en un uso que a lo largo de 36 años, 6 sexenios, se toma como costumbre, modo y forma de vida.
— En Metamorfosis, el punto está en que al hombre solo le preocupa no poder desenvolverse como cucaracha y no cómo se convierte en ese insecto.
— Y al caso, lejos de reclamar el ejercicio de un presupuesto programado, clamamos y festejamos bajen recursos de apoyo a nuestras necesidades.

POBREZA INSTITUCIONALMENTE ORGANIZADA

Hace casi un cuarto de siglo, Carlos Salinas recorre tres dígitos a la izquierda el punto decimal del Peso y en adelante los que fueron $1,000.00 son $1.00

— Y en esos 24 años los precios han subido, pero el congelamiento del salario ha reducido proporcionalmente nuestro poder de compra.
— Sin embargo, cada seis años dicen la economía de México está de lo mejor; pero no se ha regresado siquiera un digito a la derecha.
— Todo esto viene a cuento porque releyendo El gatopardo, encuentro a Don Fabrizio decir de los campesinos que “su orgullo es más fuerte que su miseria”
— De ahí que uno del común, precisamente por serlo, se recrimine ¿acaso es más fuerte la miseria institucionalmente programada que nuestro orgullo?
— Al parecer, sí; como el valemadrismo militante ante el meimportamadrismo de las cúpulas oficializando la prostitución partidista.
— Le digo, ellos saben bien el alcance de una pobreza institucionalmente provocada y organizada para el ejercicio democrático del voto.

— Por eso le digo.

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