Eviternidad, en el universo virtual

Por Gilberto Celis

Al cierre del año 2020, y con diez meses de una contingencia laxante de la cosa privada y la pública, inescrupulosas en los motivos y contramotivos, viene a uno del común alguna de aquellas pláticas con Don Luis Bojórquez, en el Café Leo, allá en sus días del “Novedades”; y que refería del adagio periodístico que dice más o menos, nada es más viejo que el periódico de ayer.

Comentábamos, entonces, de las noticias que van y vienen y nada sucede; y cuando llega a ocurrir algo gordo, sí que las cosas tomaban otro cariz y la noticia cobraba dramatismo. Y el mundo se estremecía.

Y, de aquel 1980 a la fecha, en cuanto a las normas y fines de la conducta, de la cualidad del bien que va más allá de las causas y los fines, con el internet, el obrar humano hoy quiere hacer suya la eviternidad. La intemporalidad, como condición de transformación basada en una renovación que, como hecho, en la 4T cuestiona el carácter dado de su propio movimiento: Acción.

Uno del común, tan común que es uno, cavila, ¿en el universo virtual, qué halla el hombre en su “mismidad”, si más allá del destinatario extraviado en valorar la transmisión del conocimiento, no sitúase en la coparticipación y significancia del significado del cambio?

Me explico. Cambio, que aun siendo de acuerdo a su “mismidad”, a su fin o sentido, a sus condiciones somáticas o de humores predominantes, como acción es un hecho que remplaza, coloca lo que desea.

— O sea, que remplaza marcando la significancia del significado del cambio que transforma la forma de la realidad anterior.
— De no ser así, habrá entonces de cuestionarse que lejos de remplazar, solo sustituye, suple, releva o suplanta.
— ¿Oiga, eso que significa?
— Que no hay nada nuevo bajo el sol. “Lo que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará.”

Cosas de la vida

¿La no moderación del apetito concupiscible o la no significancia en la facultad intelectual; el talante, la sustancia o la ignorancia; o el desconocimiento del número o medida del movimiento?

— Ahí está el llanto y el tronar de dientes. Dice el Libro Santo.

Tampoco, dice uno del común, precisamente por serlo, va a transformarse en drama lo que son cosas de la vida; y que ayer en los periódicos y pasquines, ahora en redes sociales. memes, troles, y demás mutaciones, ¿alguien podrá tener confianza en la prudencia, en el sentido de la realidad y de la responsabilidad con que actúan los partidos políticos?

— ¿Cabe imaginar que para la elección del 2021 y 2024, por encima de los hombres esté la corresponsabilidad y que lejos de las reyertas personalistas, están la discusión de soluciones sin eludir los hechos cobijándose en la oscuridad de lo ambiguo?

Oiga, en este tiempo, más que nunca, urge la franqueza, sin rodeos, sin misterios que vanamente intenten ocultar lo que se desconoce y la cobardía para afrontarse.

Disculpe la vulgaridad de mis expresiones, Qué cosas piensa uno desde mi mente tan común y de tanta confusión con las mismas tablas que insisten dictarme la verdad; y hasta el sentido común.

— Por eso le digo.

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