Lo que debería preocuparnos

Héctor Calderón Hallal

Más allá de cualquier frustración por golpes al ego del ‘hincha futbolero’ que muchos llevamos dentro, la no clasificación de la Selección Nacional de México a los octavos de final nos debe abrir los ojos, como sociedad adulta que somos, sobre las cosas que realmente deben importar al hombre.

A la sociedad mexicana concretamente.

Ayer miércoles, mientras que 40.5 millones de mexicanos se encontraban “al borde de la neurosis”, siguiendo la transmisión del juego del fútbol de México contra la “poderosa” escuadra de Arabia Saudita, por su clasificación, millares mexicanos y latinoamericanos, practicaban ese otro deporte tan practicado en el mundo como es la migración ilegal.

Padres con hijos menores de edad, en muchas fronteras del mundo, en muchos océanos y mares procelosos, retando a las altas mareas y a los peligros del depredador más peligroso del planeta: el hombre armado (y muchas veces uniformado incluso), ponen en peligro lo único que tienen, sus vidas, buscando sobrevivir a medios hostiles donde gobierna el crimen o a economías depauperadas por las tiranías que los gobiernan.

Así que mientras que 23 individuos –que se asumen maduros o adultos- corren tras una pelotita de un lado a otro del terreno… y más de 40 millones vía remota los vitoreamos y hasta pagamos por verlos… cientos de miles al año –o quizá algunos millones- de personas, de origen mexicano y otras muchas más venidas en su mayoría de latinoamérica, deambulan con más pena que gloria de un lado a otro del territorio nacional en busca de un ambiente de subsistencia para ellos y sus familias, arriesgando sus patrimonios, su integridad, su dignidad, pero sobre todo… sus vidas.

Esa es la auténtica tragedia del inicio de este milenio: la insensibilidad del hombre; la ausencia del dolor humano ante la tragedia del prójimo.

Sucede en muchos puntos fronterizos continentales, no sólo en el de México con Estados Unidos: En los límites de Asia menor con Europa, o en los países europeos conectados por el mar mediterráneo a los del norte de África, or ejemplo, donde familias asiáticas y africanas, pretenden ingresar a Europa occidental, despojadas de su patrimonio por el crimen organizado o depauperadas por las condiciones político-económicas de sus países de origen, los orillan a buscar otros lugares donde el valor de la mano de obra o quizá el talento humano, tengan más valor en el mercado… o sean simplemente apreciados.

Morir como migrante ilegal no es un riesgo menor… por el contrario, en el cruce fronterizo de México y Estados Unidos, es una de los principales riesgos de causa de muerte.

Tan sólo en el año fiscal 2021 en EU, comprendido del 1 de octubre al 30 de septiembre de cada año, se reportaron 830 muertes de personas migrantes a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos.

Mientras que en los años fiscales 2020 y 2019, respectivamente , se registraron 247 y 300 muertes respectivamente.

Lo que es resultado de que “familias enteras de migrantes latinoamericanos y mexicanos, están utilizando rutas más distantes y peligrosas para venir a los Estados Unidos”, dijo anteriormente a CNN Fernando García, director ejecutivo de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos”.

Por su parte, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. (CBP, por sus siglas en inglés), está reportando que en el año fiscal 2022, hubo más de 22.000 búsquedas y rescates a lo largo de la frontera sur de EE.UU., según CBP, un aumento de 12.833 % en el año fiscal 2021.

Las muertes a lo largo de la frontera sur de Estados Unidos han ido en aumento a lo largo de los años.

Lo que también puede explicarse, porque “las organizaciones criminales transnacionales continúan poniendo en peligro imprudentemente las vidas de las personas que transportan para su propio beneficio financiero, sin tener en cuenta los costos humanos”, aseguran fuentes de la CBP.

Incluso, dijeron que “las organizaciones de traficantes están abandonando a los migrantes en áreas remotas y peligrosas, lo que lleva a un aumento en el número de rescates pero también, trágicamente, a un aumento en el número de muertes”, abundó la Oficina de Aduanas del gobierno estadounidense.

Y es que llegar a 830 muertes en solo un año, en la inteligencia de que son cifras de estimaciones preliminares, pues no se sabe a ciencia cierta cuantas familias completas de migrantes y refugiados, mexicanos, latinoamericanos y del mundo, mueren ahogados en el río o devorados por fieras o abatidos por la insolación en el desierto… o cobardemente mancillados o asesinados por el crimen organizado, de ambos lados de la frontera.

La migración ilegal, como se vé, es un fenómeno que mata más individuos que los accidentes de la aeronáutica mundial y que los ataques de tiburón anulamente en el mundo: en 2021, hubo 138 muertos en accidentes de aviación y en 2020, 314 , en todo el mundo.

Ataques de tiburón en el mundo, segaron la vida de 73 individuos , de los cuales, más del 60% ocurrieron en Estados Unidos.

De ahí la importancia de la legislación en la materia por parte de las comisiones de Asuntos Migratorios, en las cámaras de Diputados y de Senadores en nuestro país.

De ahí que se haga necesario, fortalecer la figura de los legisladores migrantes, a fin de consolidar de una vez por todas, una legislación de avanzada que termine de saldar la gran deuda que tenemos los mexicanos con nuestros hermanos migrantes… quienes arriesgan todo por ir en busca del progreso material y humano para sus familias… que muchas veces somos nosotros de este lado de la frontera, cuando recibimos los beneficios de sus hazañas de vida, de su generosidad.

Y de ahí también la importancia, de consolidar de una vez por todas, esa Sexta Circunscripción Electoral Federal, para que los legisladores migrantes, puedan en lo sucesivo, participar con garantías de hacer un servicio legislativo de carrera y cuyos resultados sean en beneficio de la comunidad migrante.

Eso… es lo que realmente importa… y debe ponernos tristes a los mexicanos hoy… y no andarle buscando interpretaciones a lo que “pensó” el ‘Tata Martino’.

Autor: Héctor Calderón Hallal

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