Lo que pasó en Oaxaca

Por: Héctor Calderón Hallal

Un curioso acto de egocentrismo y de ceguera política, acontecido en el estado de Oaxaca este fin de semana, pudiera retratar nítidamente a una sociedad que, como la mexicana, peligra en tiempos de la pandemia ante su principal depredador: el hombre mismo.

“Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos… con ciegos que ven y con ciegos que, viendo, no ven”.

Es una frase extraída de la formidable obra de José Saramago, “Ensayo sobre la ceguera”, publicada en 1995 y que, por sí sola, constituye un crudo relato novelado precisamente sobre una eventual pandemia, cuyo cuadro clínico se manifestaba en sus víctimas volviéndolas invidentes.

Aterradora pero conmovedora imagen, la que nos describe el portugués, sembrando en sus lectores la importancia de rescatar el humanismo y la ética del amor o la amistad. Al final, un mundo donde no quepa alguna esperanza de salvación del hombre por el hombre, habría perdido el sentido de la propia existencia.

Pero traslademos el escenario al de las realidades, nacional y mundial.

En medio de una crisis ya de desabasto, de suministro médico, de insuficiencia inminente en la atención hospitalaria y de falta de organización para la seguridad en términos generales, el México de nuestros días, que se apresta a hacerle frente a la etapa más álgida de la crisis por la pandemia del Covid-19, peligra como país y como sociedad, al no alcanzar a distinguir ni sus habitantes y mucho menos su gobierno, en cualquiera de sus niveles, el terreno que pisamos en esta contingencia histórica y de talla universal, que habrá de modificar en muchos sentidos la vida en el planeta y la convivencia humana en general.

Así de grandilocuente y pretensiosa pudiera leerse la anterior aseveración pero, no es de ningún modo ni imprecisa, ni malintencionada.

Tan sólo una eventualidad de muchas, que refleja lo que está pasando:

Este sábado 11, pescadores de la Alianza Pesquera del Estado de Oaxaca, del Municipio de San Pedro Mixtepec, (Puerto Escondido Oaxaca), en horas de la madrugada de ese Sábado de Gloria, según la tradición cristiana que profesa la mayoría de pobladores de la región y en una actitud solidaria y humanitaria por demás plausible, hicieron entrega de varias toneladas de pescado fresco a cientos de hogares humildes de la región, sin tener el mínimo apoyo de las autoridades de ningún nivel, a pesar de que hicieron un atento y reiterado llamado.

Y es que habían ofrecido públicamente entregar 600 toneladas de pescado a los pobladores de la región, si alguna autoridad de cualquier nivel de Gobierno les proporcionaba el diésel necesario para el desplazamiento de barcos y lanchas al interior del mar, pero al parecer no fueron escuchados, por lo que decidieron hacerlo de cualquier forma, sólo que “lo que pudieran, porque sin el apoyo del combustible, difícilmente podrían alcanzar la meta de las 600 toneladas”.

Los pescadores del istmo, no obstante lo anterior, cumplieron y repartieron cientos de toneladas de pescado en la región de Puerto Escondido, haciendo un esfuerzo para ayudar a cientos de familias en esta crisis, aún sin el apoyo de ningún gobierno.

Una actitud las de los tres niveles de gobierno que, aunque no decepciona pues ya nos empieza a acostumbrar; nos avisa de su ausencia y su ceguera, su insensibilidad social en tiempos de pandemia como los que se viven.

Tiempos en los que por la ansiedad de la población por disponer de los alimentos, atizada por irregularidades en el suministro, puede desbordar al gobierno al actuar con violencia en turbamulta llegando incluso a socavar cualquier rasgo de solidaridad y fraternidad, como este que se narra aquí.

Tiempos en que la ausencia de organización y de voluntad gubernamental puede llegar a impedir o a entorpecer tareas de suministro o abasto, de manera puntual y justa.

Y es que la disminuída fuerza pública, con todo y el sector militar, de marinos, Fuerza Aérea y la incipiente aún Guardia Nacional, no serán suficientes en el caso de un estallido de histeria social, si como se percibe, esto se prolonga más de un mes.

Las tropas y fuerzas del orden asignadas al cuidado del teritorio nacional, no podrán contener el descontento acumulado, dado que por su insuficiencia numérica y su incapacidad reactiva, su respuesta será cada vez más antipática.

Se deben alentar actos como el de la Alianza Pesquera del Estado de Oaxaca, a estas alturas o en esta fase de la crisis, que empiece a despresurizar la tensión y la incertidumbre acumulada ya en la población. De otra forma llegaremos a mayo o a junio, con un alto nivel de presión social acumulada en la gente.

Es importante empezar a liberar el gasto previsto en estos sectores de la cadena productiva, de lo contrario -se reitera-, el encierro prolongado de la población, el desabasto, el inefciente suministro de insumos médicos, el pánico, podrían propiciar un escenario más caótico donde surjan los más bajos institntos de algunos actores de la sociedad, cobijados por la tradición del cacicazgo regional, sindical, político o hasta familiar, que triunfarán en medio de la desesperación y la psicosis colectiva.

La visión del suscrito coincide con la reciente declaración de la diputada federal Tatiana Clouthier Carrillo, en el sentido de darle un tratamiento por fases, al plan de reactivación económica presentado con motivo de la pandemia del Covid-19, por el Presidente de la República el pasado domingo 5 de abril, durante la presentación de su Informe Trimestral de Gestión.

Ponerle diésel a 3 ó 4 embarcaciones, no hubiera sido una erogación mayor para ningún gobierno, no digamos federal, sino estatal. En cambio el beneficio, hubiera sido genuinamente apreciado, siempre y cuando no se hubiera llevado como una práctica de clientelismo electoral.

Cabe destacar que no sólo las declaraciones de su líder, Anselmo López Villalobos, sino testimonios presenciales de los pobladores de Puerto Escondido, habrían coincidido en que no hay apoyos gubernamentales de ninguna índole para la población civil organizada en este tipo de acciones, si es al margen de los partidos. Y como este acto fue de estricta fraternidad y apoyo a la gente necesitada, sin el auspicio ni interés de ningún partido u organismo gubernamental en específico, pues el apoyo no se les proporcionó.

Un Gobierno Federal que se dice practicante del “Welfare State”

Y mientras el titular del Ejecutivo sigue dando de manera errática, definiciones o etiquetas a la política económica de su Plan de Gobierno, cualquier estudiante del tercer semestre de economía podría corregirlo con la mano en la cintura y, de paso, conminarlo a que se siga ostentando como un activista, en lugar de un “científico social”, como lo definió con panegíricos el ahora Consejero del INE, el estadounidense John Ackerman.

El primer magistrado se asume seguidor y practicante del Estado del Bienestar y de su principal impulsor, el británico John Maynard Keynes.

Y lo hace creyendo que el sólo hecho de renegar de la escuela neoliberal y sus exponentes en México en los últimos 36 años, ya le sitúan del lado de los “desarrollistas”.

En la lógica de la Teoría del Estado del Bienestar, el gobierno debe realizar inversión en la mayoría de los rubros estratégicos de la acción gubernamental: “Que una cuadrilla de camineros pase por aquí haciendo zanjas… y otra despúes pase cubriéndolas”, era la frase icónica del gobierno de Franklin Delano Roosevelt, el héroe de la recuperación económica americana tras la Gran Depresión de 1929 a 1933, cuando aplicó el multicitado y célebre “New Deal”, que era un plan económico sustenatado en el “keynesianismo” (Welfare State). Gobierno que construyó presas, carreteras, ferrocarriles, infraestructura urbana, hospitales públicos, de manera abundante.

Y la contratación de personal y de obra pública en los Estados Unidos se hizo en todo momento de forma indiscriminada, no se repartió “a ninis sí y a fifís no”; “a chairos sí y a neoliberales no”. El reparto del gasto fue sin distingo alguno y para incentivar la reactivación económica.

En México no ha sido el caso. En lo que lleva de gobierno, la obra pública es casi nula y sesgada; los apoyos gubernamentales tienen una orientación a todas luces electoral.

Sus acciones se reducen a 3 obras de gran envergadura que son, a “contentillo” del presidente: La refinería, el tren y el aeropuerto. Mismas que no son nada en comparación a las dimensiones y necesidades de un país como el nuestro.

Si algún gobierno ha mostrado más visos de aplicar políticas de contención económica, ha sido éste de López Obrador. Quien ha invocado más en los últimos días a los “pactos” y a los “acuerdos”, tales como aquellos pactos de contención de la económica de los 80 y 90, ha sido el propio AMLO: el Pacto de Solidaridad Económico, el PECE, entre otros.

Hace algunos días también, durante una de esas críticas amrags contra el supuesto “neoliberalismo” de sus críticos, dijo que aquellos fueron practicantes de políticas “Contracíclicas”, que eso ya no se verá en su gobierno.

Pues para ser concretos y salir de dudas, la política de la Teoría Ecónomica Global, que sucedió a la Neoliberal desde hace más de 30 años, sugiere dos tipos de políticas económcas:

-Las llamadas “Contracíclicas”, en alusión al ciclo económico y que son las más recomendadas por los organismos financieros multinacionales, que en épocas de auge económico, los gobiernos reducen el gasto y ahorran, subiendo o decretando impuestos como tasas de interés, pretendiendo hacer sostenible el crecimiento (prolongarlo en el tiempo). Y en tiempos de crisis o depresión, usando el dinero ahorrado para el gasto público, bajando impuestos y tasas de interés, buscando controlar la recesión.

-y las “Procíclicas”, la menos recomendada y practicada por los gobiernos. Que entre otros atributos, en época de auge, gasta más de lo que ingresa a las arcas nacionales por la vía impositiva, disminuye impuestos y tasas de interés, a fin de crecer a costa de sacrificar el creciemiento del mañana; y en tiempos de depresión, reduce el gasto público, aumentando impuestos y tasas de interés, lo que termina recrudeciendo la recesión.

Es precisamente este último el caso de las políicas implementadas por el Gobierno Federal mexicano.

El que practica políticas de contención y ni siquiera “contracíclicas”, como denunció a sus detractores el presidente, sino de tipo “Procíclico”, a fin de perpetuar la situación económica prevaleciente, es el gobierno actual.

Preocupante aclaración, porque el panorama económico no es precisamente alentador.

Porque siendo este un gobierno que procura y protege el interés de los pobres… ahora hay más pobres que en diciembre del 2018.

Porque siendo este un gobierno que practica “la austeridad republicana”, ahora no hay dinero para nada y en hospitales, escuelas y oficians de gobierno falta todo.

Un gobierno que empezó su gestión “gastando lo que no tenía” en sus planes sociales, disminuyendo tasas de interés y no generando nuevos impuestos “ni auméntandolos”; y ahora ante la primera amenaza de crisis, evita el gasto público (a excepción de sus programas asistenciales sesgados) y no tarda en subir tasas de interés.

Así que … ¿Cuál gobierno será el que reacciona en base al ciclo económico y cuál el que responda al Estado del Bienestar?…¿Este o los anteriores?

Lo que pasó en Oaxaca, nos abrió los ojos.

Autor: Héctor Calderón Hallal
hchallal99@gmail.com; @pequenialdo
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