Rumores de cambios en Veracruz. Urgen

Jorge Miguel Ramírez Pérez

El periodismo con pretensiones de objetividad sin un rastro manifiesto de lo subjetivo que la lógica impone, cierra a veces la oportunidad de resolver los propósitos constructivos en el mundo de lo posible; porque al esperar la nota oficial, los formadores de opinión no contribuyen a ampliar otros planteamientos y propuestas.

Se informa hasta que es confirmada la decisión de la autoridad, no cuando se pueden hacer públicos los perfiles de lo que se quiere o se necesita, ponderando lo ideal, no esperando nada más lo que pasa por la cabeza de los que mandan.

Por eso, a falta de información oficial o suficiente de los perfiles de los puestos, y cuando los datos duros con fechas precisas y nombres específicos no fluyen; el rumor que deambula en los pasillos y en las redes, es el referente obligado que en la política sustituye el anticipo formal de lo que muchos ven inminente.

Y es el caso de Veracruz: un estado muy lastimado. Una entidad que en términos políticos y de seguridad tiene lesiones de las que ponen en riesgo su vida social; está urgida de estrategias racionales y bien estructuradas; mucho más allá del espaldarazo de fachada, que el Presidente dio al Gobernador.

Y es que no es la primera vez que este tipo de expresiones ratifican cierta confianza para el poder estatal, aunque siempre se interpretan como una forma que busca ganar tiempo; aunque en realidad ese valioso tiempo, se pierda; dado que no hay nada en el itinerario que haga una virtud de la espera…¿a qué?.

Como si lo que se persiguiera es un arreglo con las fuerzas del mal o un milagroso suceso que no se alcanza definir.

Sirve que al Gobernador lo avalen, si lo que hay es duda. Pero cuando la certeza es la inequívoca convicción de que las cosas no van a mejorar; el valedor sale al poco tiempo también mal librado, raspado.

Por eso la confidencia que se ha manejado como indiscutible de que los cambios en el gabinete veracruzano son por el rumbo de las definiciones que apuntan al dominio del oficio político, necesariamente es una versión halagadora para los que están interesados en recuperar Veracruz como entidad señera. Al menos se quiere que se detenga su caída imparable.

Se habla de Enrique Ampudia Melo y del médico Elías Moreno Brizuela como nombres de los que se insiste en los corrillos del poder local, pudieran ser sustitutos de figuras en el gabinete; del primero por su perfil persistente en el tema del gobierno sin adjetivos; no se dudan capacidades; y del segundo, en una mezcla que une a la política con temas cruciales de la salud pública tampoco hay reticencias; muchos a Moreno Brizuela con un larga trayectoria en la izquierda lo ubicaban hasta en la titularidad de Salud de la República. El hecho es que el médico está vigente entre los que opinan.

El horno no está para bollos decían los antiguos, en otras palabras no está la estabilidad de Veracruz para invertir en aprendizajes en medio del deterioro. Tal vez muchos, sobrados de entusiasmos y queriendo inaugurar las –para ellos- últimas teorías del hilo negro, creían que Veracruz era un estado promedio, uno que con tres meses de regarla, sería suficiente para entender las claves de sus cerrojos; pero a casi medio año de intentar encontrar una sola puerta de las cien de primera línea que se esfuman; no pueden abrir ninguna.

En el sur por ejemplo, donde las clientelas eran las mas manejables para Morena, la secuencia de la violencia no se detiene. Esté presente el Gobernador, o el Presidente visite la zona; la pugna maldita no cesa. Como si los propagadores del dolor actuaran con una patente de corso previamente concesionada. Se creen imparables y que nadie los puede detener.

Por eso lo que se requiere es profesionalismo, ni un ápice de novatez.

Y si será Ampudia o Moreno Brizuela o ambos, los que refuercen la gobernabilidad en Veracruz; la noticia debe ser buena y seguramente va a levantar expectativas perdidas.

Al que conozco aunque hace años no tengo comunicación con él, es a Enrique, hombre dedicado como pocos, con talento y gusto por el servicio público. Un político profesional, prácticamente sin límites para agotar soluciones. No sería la primera vez que sacara alguna institución del atolladero; pero Veracruz el tema, y su destino, es lo de él.

La decisión está en el Gobernador García y lo que defina será su reinserción u ocaso. Por el bien de los veracruzanos hay que apostarle a los mejores no a lo que es menos malo. Eso finalmente es muy malo.