Un mundo higienizado

Una vez que aceptamos que el “mundo” no es nada, sino lo que creamos con los pensamientos, podemos entender que en esta “realidad” cada quien une su mente a otras, que sueñan o perciben de la misma manera, y eso crea “tendencia”.

Para Focault el “hablar verdadero” significaba resituar la filosofía como crítica, coraje del pensamiento y poder de transformación de uno mismo, de los otros y del mundo.

Hablamos ya de la mirada cuántica (artículo anterior), que en este mundo ilusorio “la verdad no es” una. Todas son apreciaciones y percepciones.

Foucault que fue más historiador que filósofo, afirmó que el conocimiento y poder han ido íntimamente ligados a lo largo de la historia, argumentando que no existe la verdad absoluta, solo verdades diferentes acerca de la realidad en momentos particulares, verdades que satisfacen las necesidades del poder. (1)

El “conocimiento” ( del mundo)  basado en la observación y en la “razón” tuvo un curioso efecto colateral: en su intento científico por hacer más clara la imagen, eliminó el efecto del sujeto (el observador).

La episteme clásica volvió invisible al sujeto.(2)

Devolver al mundo la mirada individual del observador hace ineludible la respuesta personal e interior: qué mundo estoy soñando.

Así creamos “realidades” que por mayoría se imponen en este “mundo ilusorio” que hoy es y mañana ya no es.

La idea global de un mundo higienizado, vivido con  apremio y urgencia, se convierte en un TOC.

Frente al discurso de la importancia de la limpieza e higiene respecto a nuestro cuerpo, nuestra casa y los alimentos que ingerimos, el riesgo de convertirse en una obsesión como efecto de “la mente” que busca ocultar un alto nivel de ansiedad, es latente.

Cuando una persona se encuentra impulsada por hacer, como un cambio en una actitud alterada, puede ocultar intolerancia, sensación excesiva de amenaza, perfeccionismo, responsabilidad exacerbada, rigidez mental o incluso necesidad de “limpiar” algo en la historia personal.

Pensamientos intrusivos recurrentes (obsesiones) sobre la contaminación, suciedad, gérmenes, limpieza y, por actos o conductas repetitivas (compulsiones) como limpiarse las manos, ropa, casa, ordenar objetos, etc. que ante “la amenaza” de un agente externo se vive con compulsión.

La mente proyecta y nos lleva a conductas que no liberan la ansiedad sino que crean mas. El exceso de cualquier cosa no es bueno.

¿Han notado cómo el número de casos de alergias, enfermedades auto inmunes o celiaquía, entre otras, ha aumentado de manera dramática?

El sistema inmunológico hoy está literalmente apagado por la sobre higiene y el estrés.

En An Elegant Defense: The Extraordinary New Science of the Inmune System  (Una defensa elegante: la extraordinaria nueva ciencia del sistema inmunológico), Richtel analiza por qué para mantener buena salud se requiere interacciones con el mundo natural que el jabón, los antibióticos y la publicidad han casi erradicado.

Si las defensas del organismo no tienen en qué trabajar, la complejidad de su evolución, que permitió la supervivencia de la especie, encontrará algo que hacer. Aunque eso implique confundir a sus propias células con agentes nocivos, y crear una enfermedad autoinmune. O tener una reacción desmedida ante ciertos elementos, y crear una alergia.

Los médicos recetaron antibióticos en exceso, para bien de un sistema inmunológico que en algunos individuos enfrentaba infecciones. Pero cuando la prescripción se convirtió en vocación, comenzaron a desaparecer del organismo los microbios saludables, a la vez que las bacterias se volvieron resistentes a los agentes para eliminarlas.(3)

A los niños que les ha tocado nacer en esta “nueva realidad” que hemos creado, la normalidad será conocer al otro solo por su mirada, porque quitando a su familia cercana, las otras caras estarán resguardadas tras una máscara “de protección propia”.

No como la primera cara “cubierta” que nosotros vimos al nacer en el doctor que se cubría por protegernos a nosotros.

Ahora todos tenemos la boca tapada, conviviremos con el silencio y la incomunicación social.

Rehuimos el contacto y la proximidad porque representa riesgo.

Todos somos posibles portadores de enfermedad.

Los niños “verán” un mundo de suciedad, amenaza,  separación, peligro, enfermedad y miedo.

La mente es el origen de todo, y los pensamientos crean.

Las manos son hoy las líneas de defensa en esta “guerra”

Pero con ellas se construyen y se destruyen culturas, se siembra, se crea, se maldice, se bendice. De la destreza de la mano surge el arte, la escritura, la pintura o la artesanía. Damos la mano, pedimos la mano, juntamos las manos en oración, hablamos con las manos.

Decía Kant que la mano es “el cerebro exterior del hombre”, por su capacidad para exteriorizar un caudal de pensamientos y sentimientos en los más finos movimientos, la mano es el mejor instrumento del cerebro. (4)

Las manos abrazan o empujan, otorgan, avalan, reverencian o detienen y alejan. Se levantan hacia el cielo o se rinden ante la ilusión, las abrimos para recibir o las cerramos en puños para golpear.

Las manos pueden ser la expresión de tu mente separada o del amor que reconoce que eres uno con la humanidad.

“No rechaces la conciencia de tu compleción, ni procures restituírtela tú mismo” (5)

El sistema inmunitario ha evolucionado “de la mano” de bacterias y demás microorganismos. La eliminación de estos interfiere con su correcto funcionamiento, pero no solo se han eliminado los “enemigos”, también aquellos que son beneficiosos.(6)

No cabe duda que se requiere esfuerzo para sostener este mundo en nuestras manos, pues el “peso” es del tamaño de todos los miedos.

“Nosotros” hemos “visto” otra “realidad”, para los niños de hoy simplemente será la “realidad” y el “mundo”

Tere Hernández

(1)  Discurso y verdad. M. Foucault
(2)  Filósofos en 90 minutos
(3)  Infobae
(4) vivosano.org
(5)  UCDM.L15.VIII.3.3
(6)  elDiario